viernes, julio 04, 2014

EL INFIERNO DE THALIN

Hilán empezó explicando que una gran amenaza se cernía sobre su planeta, ya que los habitantes de Egnar, una de las lunas diamante de su planeta Mantix, le habían informado de que uno de ellos había visto no muy lejos de la zona a una Niala.

En un primer momento todos dudaron de que fuese cierto, puesto que la existencia de las Nialas, solo formaba parte de las leyendas de los manuscritos antiguos en parte de los mundos de Khal. Pero por otra parte tampoco querían que los seres de Mantix y los de sus lunas, se pudiesen ver desprotegidos ante un inminente ataque.

Según los escritos, las Nialas, habitaban el planeta Thalin. Un mundo formado por roca, roca que desprendía tal calor que parecía el mismo infierno, en contraste con Pholix, su luna de hielo.

Eran una raza de guerreras. Unas mujeres bellas pero temibles por su ambición de conquista, tales como podían ser los Thanox, pero éstas más hábiles en la estrategia. Guerreras, pero no rudas ni bastas sino muy atractivas. Su cuerpo lo cubrían con una armadura metálica brillante, excepto sus muslos, cabeza y parte de su pecho. Sus largos cabellos descendían hasta sus pies y cada Niala lo solía tener de un color diferente, según sus méritos en batalla. Las de mayor rango tenían el cabello morado, las de medio rojo y las de bajo azul. Las que todavía no se habían incluído en los grupos de combate podían lucir el color de pelo a su elección. Lo que más las distinguía eran las alas negras que sobresalían de su espalda, similares a las de los murciélagos y que les permitían conocer gran parte de su universo.

Sus armas en la batalla era un escudo en su mano derecha y una espada forjada con aleación de Candor y Mir, al igual que las de los Thanox. La espada era llamada Mendir y se contaba que si su filo era reflejada con los destellos de la luna Pholix, que no había nada más deslumbrante en todo Khal. También quedó escrito que eran sanguinarias y que disfrutaban lamiendo con su propia lengua la sangre que cubría el filo de su espada, tras una contienda. La batalla más pretérita que se encontraba en su haber, era contra los Noix. Al parecer las tenían sometidas como sus concubinas y éstas ansiaban su libertad. Sabían que podían ser autosuficientes, sin necesidad única y exclusivamente de saciar deseos carnales o sentirse como meras incubadoras de sus vástagos.

Por lo que un día se unieron para enfrentarse a los, para ellas, tiranos Noix. Con su destreza en las armas y su determinación, consiguieron huir de ellos y volaron en bandada muy lejos, para solo así, ser recordadas en los escritos y siendo un misterio su paradero.

Los Noix contaron a los Mods, que existieron sus Nialas, que no solo formaban parte de las leyendas, sino que sus antepasados aseguraron que antes de alcanzar su inmortalidad, ellas traían la descendencia de su especie. Inmortalidad que fue concedida por el mago Arax, del planeta Ergimon.

Al Os comunicar esto, todos los allí presentes, entendían que había un motivo más que real para temerlas, en especial, las protectoras de Mantix y los habitantes de sus lunas. Tan solo quedaba la incógnita del por que de aquel objetivo.






jueves, julio 03, 2014

VISITA A LAS TOLGI

La armonía y la concordia seguían rigiendo las relaciones entre los Mods, Orix y las hermanas Tolgi. Los Orix de la nueva generación habían sido mejorados del tal modo, que investigaron sobre nuevas propiedades que pudiese ofrecer el Len, sostento vital de las Tolgi. Eran céleres y alentadores sus hallazgos, tales como, esparcir Len por la superficie de sus mundos flotantes y éste generaba un potente escudo para poder ser un habitat mucho más seguro y además el Len no solo era la sabia que les daba vida a las Tolgi sino también podía regenerar los tejidos que puediesen ser dañandos de los Mods y de los Orix.

No solo los Mods estaban perfectamente adaptados a su nuevo hogar, también los Orix, se veían muy felices a lomos de sus Dogos dando largos paseos pasando de un mundo flotante a otro y con ganas de seguir descubriendo el universo Khal.

Las viviendas que habían construido los Mods, valiéndose de la roca viva que formaba aquellos mundos, eran muy confortables, en algunas vivían las parejas Mods con sus hijos, muchos de ellos enjendrados poco despues de verse en sus nuevas moradas, otros Mods o vivían solos o compartían su hogar. Los Orix compartían las viviendas,sin preocuparse por su prevalencia como especie, puesto que al ser de una nueva generación todavía debía pasar un milenio para preocuparse por su clonación. Los Dogos estaban en estancias contiguas a las casas de los Orix puesto que eran su medio de transporte y así podían recurrir a ellos más fácilmente. Las Tolgi, unas tenían rebosantes sus turbantes de semillas y otras empezaban a desarraigarse de la tierra y a comenzar a dar sus primeros pasos.

La alimentación de los Mods quedaba solventada con los frutos de la vasta vegetación del lugar y bebiendo de las cristalinas aguas de los riachuelos. La de los Orix, simplemente con inhalar los gases que desprendía su piel y que se iba acumulando en sus escafandras y la de los Dogos con los gases de combustión que emanaban del interior de su cuerpo y que además de su alimento era su gran defensa cuando expulsaban bocanadas de fuego, de tan conocida utilidad en anteriores contiendas.

Un día aterrizó una nave en un claro de una de las masas flotantes. La astronave era un entrelazado de plantas trepadoras que le daban una apariencia exterior semejante a la de una hoja y recubierta de Len para conferirle un escudo. Por tanto esta raza también conocía una de las muchas propiedades de este elixir de tan amplio espectro.

Hasta allí se dirigen varios de sus habitantes, pero quien espera a que se abra la puerta de la cosmonave son Os, Elia y Dala. De la misma salen tres seres, dos jóvenes y una mujer. Dala reconoce que raza es porque sus hermanas antepasadas le habían hablado de ella. Le explicaron que sus mundos en realidad eran fragmentos de un planeta similar a Mantix. Eran las protectoras por excelencia de la flora del planeta Mantix, ya que poseían gran conocimiento y control sobre la naturaleza.  Este planeta estaba rodeado por las lunas de diamante, Egnar, Wari, Herma y Silux. El planeta visto desde el exterior de su órbita era una esfera perfecta en la que confluían exuberantes mezclas de verdes de tan abundante vegetación.

Eran mujeres de gran belleza, con piel pálida, ojos claros, cabellos sedosos que les llegaban hasta detrás de las rodillas y decorados con tiaras de flores. Sus cuerpos estaban desprovistos de prenda alguna. Uno no podía más que verse hechizado por su anatomía perfecta. Tan solo su gran belleza se veía un tanto enturbiada por la tristeza que se veía en sus rostros.

Os las invitó a su vivienda junto a Elia y Dala, puesto que las veía exhaustas, el motivo de la visita prefería conocerlo cuando repusiesen fuerzas.

Las tres mujeres con una tímida sonrisa de agradecimiento, los acompañaron. Allí en la mesa principal del salón les esperaban suculentos frutos sobre hojas frescas y agua cristalina de los manantiales servida en jarras de piedra pulida.

La mujer dijo llamarse Hilán y las dos jóvenes, Kaira y Azipe. No dejaban de agradecer el recibimiento que les habían dado.

Os les dijo que viéndolas más recuperadas que le contasen el motivo de su visita. Que intuía que eran malas noticias pero que, fuese lo que fuese, tratarían de ayudarlas.

Hilán empezó explicando que.......













jueves, febrero 14, 2013

ALGO INESPERADO

Los mundos flotantes de la raza Tolgi, eran prácticamente mero desecho espacial, apenas quedaban unos pocos restos esparcidos. Una mísera muestra, de lo que antaño habían sido las flamantes porciones rocosas, que les dieron cobijo durante milenios Khalis.

Tanto los Mods, como los Orix, aterrizaron sus astronaves en un claro. Emperazon a inspeccionar la zona, atónitos ante tal desastre. No lograban comprender como una raza tan pacífica había sido atacada sin ningún ápice de compasión.

No muy lejos, casualmente encontraron a Dala, la líder Tolgi. Aunque no tan casual, porque sus hermanas la habían mantenido oculta en una cueva durante la ofensiva. Con gesto lánguido y casi sin vida, intentaba ponerse en pie para ir a su encuentro. Pronto acudieron a socorrerla dándole de beber Len, el valioso líquido que emanaba de los árboles, no solo por su capacidad de inhabilitar los circuitos de los Naghum, sino también, porque era el fluído que mantenía con vida a las mujer-planta Tolgi. Fue Os mismo quien llenó sus manos de Len y le dió de beber. Dala daba pequeños sorbos, pues las fuerzas que le quedaban eran las justas. En breve, ésta empezó a recuperarse, resurgiéndo con fuerzas renovadas. Lo que colmó de alegría a todos, pues tenían vanas esperanzas de poder ayudarla.

Entretanto, veían la desolación a su alrrededor, sin poder discernir si el aire estaba viciado a causa del humo de la vasta flora arrasada por el fuego o si se ahogaban por respirar su propia angustia al ver aquella grotesca escena. También el agua de los riachuelos, antes clara y cristalina, ahora se veía oscurecida por las cenizas y por la sabia de las hermanas Tolgi derramada. Solo unas pocas habían quedado con vida, pero las fueron econtrando a medida que avanzaban.

Dala ya más repuesta, junto con sus hermanas, explicaron a los Mods y Orix, quienes eran los causantes de la irrupción. Toda aquella devastación había sido obra de los guerreros Thanox, otra raza tan temida como los Naghum, solo que éstos no era por su afán de tecnología sino por su deseo de conquista, era para ellos como un juego el acumular mundos.

Los Thanox eran soldados aguerridos, preparados en las artes de la guerra, su sed de sangre no tenía límites. Consideraban que cuantos más seres aniquilasen, más fuerte era su valía, cada muerte era para ellos una medalla. Eran despiadados y preparados desde temprana edad para la contienda. Sus cuerpos prácticamente se ocultaban tras una robusta armadura, su cabeza la cubría un casco del que sobresalían dos grandes cuernos, en los que solían colgar los cráneos de sus víctimas cual trofeo.

El arma que empleaban era un hacha, una en cada mano, la hoja estaba forjada con una aleación de candor y mir, dos minerales muy preciados de las minas del planeta Amantha, los cuales conseguía la raza de los Naghum para sus fines tecnológicos y que, los Thanox conseguían negociando con ellos en las estaciones de comercialización que se distribuían a lo largo del universo Khal. Eran unos minerales que conferían una resistencia extraordinaria  a cualquier arma que complementase.

Un Thanox no caído en batalla, pero que hubiese perdido en la misma, ya no podia volver a entrar en combate. Cualquier derrota era considerada una deshonra. Muchos no aceptaban este hecho, tanto era así, que solían abocar al suicidio. Esa criba a los guerreros por parte de los comandantes, determinaba que solo los más fuertes volviesen a la guerra. Haciendo así que sus efectivos hiciesen honor al término.

Los mundos flotantes de la raza Tolgi fueron por tanto arrasados indiscriminadamente y sin resistencia alguna, al igual que prácticamente todos los seres que los moraban, solo unas pocas Tolgi que habían permanecido ocultas junto con Dala, sobrevivieron.

Os se vió obligado a querer ayudarlas en deferencia a cuan generosas habían sido ofreciéndoles cobijo en sus mundos. Lo primero que debían hacer, era reestablecer la vasta vegetación que antaño vestía los campos. Para ello fueron esparciendo a lo largo y ancho de aquellas tierras las semillas que albergaban las Tolgi en sus turbantes. En pocos días Khalis quedó todo regenerado de nuevo y casi todo volvía a la plenitud y armonía de siempre. Había resurgido de la tierra una flora frondosa con todo su esplendor, al igual que nuevas hermanas Tolgi. Dala y las demás que habían sobrevivido estaban pletóricas al ver de nuevo renacer su raza.

Los Mods empleando la telequinesia y haciendo uso de los materiales de aquellos mundos, edificaron viviendas en las que establecerse, tanto ellos, como los demás seres. Éstos pese a estar acostumbrados a vivir en mundos de hielo, se adapataron al igual que el resto a aquel entorno, es más, les ayudaba a entrar más profundamente en sus meditaciones, llamadas Zíon, estados de letargo regenerador y vitalizante, con los que mantenían sus capacidades de telepatía y telequinesia intactas.

Ahora ya lucían los mundos de las Tolgi con toda su belleza, era como un cántico a la vida. No eran mundos en lo que hubiese fauna, pero su vegetación era exuberante. Los riachuelos cobraban fuerza colmados de nuevo de aguas cristalinas, aguas que por la noche, reflejaban parte de las lunas del planeta minero Amantha. Las flores Narsha, con grandes corolas brillantes y estambres transparentes como diamantes, iluminaban con sus destellos más si cabe. Los árboles Pantho, que acumulaban Len en sus raíces, de bien sabidas sus muchas propiedades, ascendían fuertes y vigorosos. Era un enclave de ensueño, un vergel que no esperaban encontrar aquellos seres de Agia.

Todos tenían un hogar a parte de ellos, los dioses en la nebulosa de los Noix y los Akon en el planeta incandescente de los Kornos.

Ocro y Ori estaban en perfecta sincronía con los Noix y los Akon hasta el momento, en el mundo que habían usurpado, ya que, algo irrumpió su paz.

Los Akon divisaron aproximándose a la órbita del planeta una silueta inmensa. Al momento pudieron intuír que era un ser Korno de grandes dimensiones. El pánico hacía mella en sus rostros, perplejos ante tal imprevisto. Por aquella forma que vislumbraban, todo hacía presagiar que era la madre de los Kornos que contaban tan solo con unos días Khalis a los que vilmente habían exterminado. Su abdomen estaba muy voluminoso, por lo que, era previsible que trajese más crías Korno en su vientre para depositarlas en el interior del planeta ardiente que empleaba a modo de incubadora.



Los Akon prepararon sus astronaves para el más que probable ataque.

Cuando la madre Korno se dirigió hacia ellos y vió una sucesión de objetos idénticos y extraños a sus ojos y no quedar ni rastro de sus pequeñas crías, su furia y enajenación fue tal, que comenzó a expulsar por su boca grandes cantidades del líquido verde y espeso, que ya en su día habían lanzado sus vástagos en una desesperada y paupérrima defensa.

En esta ocasión gran parte de las naves Akon fueron inhabilitadas y muchas otras disipadas y parte de ellos perdieron la vida debido a aquel fluído tan corrosivo y en proporciones ingentes. Las cosmonaves Akon todavía operativas, lanzaron Ang con sus cañones. Fueron necesarios sucesivos disparos, puesto que el cuerpo de la madre Korno, estaba recubierto de una fuerte coraza.

Pero finalmente pudieron abatirla, quedando extinguida de un modo sumamente cruel, la raza Korno por ellos conocida.

















viernes, noviembre 02, 2012

EN LOS ALBORES DEL TIEMPO

      VENGANZA

Los Mods seguían inmersos en descubrir qué se ocultaba en la densa vegetación de aquellas porciones de mundos que se mantenían suspendidas en el amplio espacio. Sus ojos se mantenían clavados a los ventanales de sus astronaves, intentando discernir que asomaba de entre los matorrales.

Casualmente es Os, quien divisa a lo lejos, lo que parecía ser una planta con formas femeninas, que además se movía. No solo observa estupefacto como en la distancia, se dejaba ver una forma de vida, nueva para los Modianos, sino que además tenía vida propia. Era para él, el summum de la belleza, solo deseaba contemplar de cerca, lo que consideraba placer hecho forma. Por lo que, junto con los que estaba en la nave, la dirigió hacia un claro de aquel extraño mundo y aterrizó. Descendió de la misma y se aproximó a aquel ente. Más de cerca, Os podía intuír la sensibilidad de aquella perfección. Era un ser con forma de mujer, pero que guardaba detalles morfológicos más que identificables, con la etiología de un vegetal. Su piel era verde, su cabeza estaba colmada por una gran hoja a modo de turbante, que albergaba en su interior millones de semillas. De su espalda sobresalían dos ramas semejando alas. Su torso estaba desnudo, solo de cintura para abajo, la vestía una pomposa falda hecha con hojas.

Os quiso enseguida ponerse en contacto telepático con aquella criatura. Usó ese método porque en todo ese tiempo, aquella naturaleza no parecía emitir ningún sonido con el que poder comunicarse. Para su suerte, sí pudo de aquel modo, mantener una conversación con aquella forma. Os se presentó y ésta se identificó como Dala, la líder de todas las hermanas Tolgi. Dala las nombró como sus hermanas, ya que todas eran mujer-planta, no había varones conviviendo con ellas. Así que su modo de reproducción era mediante las semillas que portaban adheridas al interior de sus turbantes. Cuando pasaban diez años Khalis, ya que su universo era llamado Khal, el turbante se abría y aquellos millares de semillas caían a la tierra fértil. No obstante, Dala y sus hermanas, durante sus primeros años, dos años Khali en concreto, permanecían enraizadas al suelo. Transcurrido ese tiempo, sus raíces tomaban forma de pies y podían deambular por sus mundos esparciendo las semillas que caían de sus turbantes.

Os, pese a estar obnubilado por aquella ambrosía, reparó en que su gente necesitaba un hogar y aquel era un enclave perfecto, un oasis en el frío univero Khal. Así pues no se demoró en pedir cobijo a Dala para su pueblo. La generosidad de ésta era proporcional a su encanto, ya que no puso ningún impedimento.

Entretanto los Orix y Dogos habían estado felizmente instalados en la estructura cúbica metálica. Hasta que un día, vieron como una flota de naves también metálicas, con forma tubular, se acercaban hacia ellos. Eran idénticas en su exterior a aquella estructura, solo que en menores dimensiones, es decir, ese mundo en realidad era una nave nodriza. Esas naves fueron entrando en los angares y seguidamente salió de una de ellas, un ser robótico, que se identificó como Nuk, de la raza Naghum. El color que presentaba era gris metálico. Su cabeza era redondeada en contraste con su cuerpo cuadrado, del que salían dos largos brazos que terminaban en pinzas y a modo de piernas, una rueda que le permitía desplazarse.

Nuk se mostraba muy enojado por el hecho de que se hubieran apoderado de su nave. Tan enfadado estaba, que no tardó en ordenar a sus congéneres que encarcelasen a los Orix y a los Dogos. En días posteriores se sucedieron torturas y vejaciones. Tanto fue así, que muchos de ellos perdieron la vida por el maltrato recibido. Los que seguían vivos, preferían la muerte, pues apenas podían mantenerse en pie. Uno de los que seguía con vida, el líder de los Orix, se puso en contacto telepático con Os, pidiendo ayuda.

Os comentó a Dala tal petición. Dala le explicó que la raza Naghum, era una de las más temidas del universo Khal. Eran tiranos que valiéndose de su tecnología aniquilaban mundos enteros, tan solo por su codicia. Su afán por conseguir materiales para sus artefactos no tenía límites.

Dala le hizo a Os un importante regalo antes de su marcha. Una sustancia roja llamada Len, que emanaba del subsuelo de su mundo y que solía estar localizada a los pies de los árboles. Era un líquido muy valioso, pues era capaz de inhabilitar los circuitos de los Naghum.

Cuando parte de los Modianos, estaban frente a la estructura metálica con sus naves. Los Naghum les sorprendieron con una sucesión de astronaves, ya que habían detectado con mucha antelación su presencia en los radares. Algo que no anticiparon los Modianos, que creían contar con el factor sorpresa. La sustancia que había regalado Dala a Os era muy valiosa, pero no dentro de la nave, debía conseguir que aquellos droides fuesen salpicados por la misma.

Mientras tanto, los Mods y los Naghum estaban inmersos en una batalla campal, en la que los disparos ensorcedían al mismo universo. Muchas cosmonaves eran destruídas, quedando así inutilizadas y derivadas a ser mero escombro espacial. Fue laboriosa la lucha entre ambos bandos y con incontables pérdidas, pero finalmente los Mods habían logrado destruír casi toda la flota contraria, pudiendo así entrar por los angares de la nave nodriza buscando a los Orix y los Dogos presos. Cuando dieron con ellos, los llevaron con mucho cuidado hacia las naves, puesto que estaban muy débiles y lanzando el Len a los robots que encontraban a su paso.

Una vez todos a salvo en las naves, irían rumbo al mundo de Dala, abusando de nuevo de su generosidad, para ver si podía dar asilo a estas nuevas razas. Pero cuando llegaron, tanto los Mods, como los Orix, ya que los Dogos no se percataban del todo, puesto que eran como mascotas sin demasiada conciencia. Se quedaron de piedra al ver como estaban aquellos pequeños mundos a su regreso.




lunes, agosto 27, 2012

EN LOS ALBORES DEL TIEMPO

     UN NUEVO COMIENZO

A todos los seres de Agia, incluso a sus dioses, Ocro y Ori, les esperaba un universo por descubrir. Atrás quedaba su morada por tantas generaciones.

Agia se revolvió en sí misma, para obligar a sus habitantes a una marcha forzada. A nadie se le pasaba por la mente regresar para comprobar en lo que había abocado la destrucción de Agia, sin duda cabía pensar que había dejado de existir, que se habría quedado ese universo reducido al vació más absoluto.

Lo que sí pasaba por la mente de todos, al ver desde sus naves, los nuevos mundos que se vislumbraban en la lejanía, sus formas y colores, donde todo estaba por explorar y conocer, su mayor inquietud era encontrar un nuevo hogar. Por lo pronto, daban por hecho que sus naves tendrían suficiente soporte vital para su sostento durante meses.

El primer mundo que divisan es de forma cúbica, no ovalado como sus antiguos mundos, su color era metálico, era una estructura que abarcaba grandes dimensiones, en la que se distinguían muchos angares y habitáculos. A todos soprenden estas nuevas formas, éstas a sus ojos, parecían trazos caprichosos de un universo que distaba mucho del suyo.

Los primeros que no se demoraron en dirigirse a la misma, fueron los Orix, su curiosidad era mayor que su miedo a lo desconocido. Los demás Dioses, parte de los seres Orix, Dogos, Modianos y Akonianos, prefirieron esperar pacientemente su regreso antes de aventurarse.

Los Orix llegaron a esa estructura inmensa. Pronto descubrieron que era artificial, que aquello había sido creado por una raza lo suficientemente avanzada como para crear su propio mundo. No había tráfico de astronaves, todo estaba envuelto por un silencio ominoso que estremecía, pero todo estaba intacto, toda la construcción estaba entera e impoluta. Parecía estar simplemente abandonada. Por lo tanto creyeron que era un buen lugar para establecerse.

Era una halagueña noticia para los Orix, ya que veían solventado su propósito de encontrar un hábitat adecuado a sus necesidades imperiosas de asentarse. Dieron aviso a los demás Orix, a los antiguos que habían permanecido en sus naves y a los nuevos suspendidos en el espacio. Pero no solo los Orix encontraron cobijo, ya que, ofrecieron a los Dogos la tentadora propuesta de que se quedasen con ellos, porque serían de gran ayuda a la hora de que los nuevos Orix emprendiesen largos viajes a lomos de ellos para emplearlos como medio de trasporte.

Los demás seres continuaban pues su búsqueda. Pronto divisan un mundo inmenso, de color blanco anacarado, brillante y transparente, que dejaba entever algo latente en su núcleo, rodeado por material candescente que emanaba un calor abrasador. Era como si ese líquido ayudase a incubar a lo que albergase en su interior.

Fueron en esta ocasión los Akon, con sus naves capacitadas para soportar altas temperaturas, los que se acercaron para penetrar en su núcleo y explorarlo. Lo que allí se encuentran son unos seres con forma de gusano, de color rojo anaranjado, tenían una cola a modo de flagelo que les ayudaba a desplazarse y su boca estaba provista de una protuberante mandívula formada por dos tenazas. Flotando en el líquido del núcleo había restos de mudas de piel, por lo que, era de suponer, que esos seres recientemente se habían transformado. Parecían jóvenes, por tanto era probable que no tuviesen mucho tiempo de vida. Emitían además extraños sonidos con los que parecían comunicarse. De hecho, estos seres no tardaron en agruparse y rodear las naves Akon. Seguidamente abrieron sus bocas y emperazon a explusar un líquido verde y muy espeso, que pronto terminó por cubrir las naves y empezar a corrosionarlas pese a sus escudos.

Así que, era evidente que, estos seres a los que los Akon llamaron Kornos, eran hostiles, ya que les invitaban a irse, claro que también, era lógico que se sintiesen invadidos y atacados, por lo que, sencillamente arremetiesen contra aquellos objetos que parecían querer ocupar su espacio, un espacio, que no estaban dispuestos a ceder. Los Akonianos no se rigieron por el segundo motivo sino por el primero, lejos de irse, decidieron egoístamente eliminarlos disparando cañonazos de Ang sobre ellos, adueñándose así de su morada. En conclusión, pudo más su necesidad de instalarse en aquel mundo tan perfecto para ellos, que la compasión por aquellos seres.

Los Akonianos informaron a los demás que iban a poblar aquel mundo, pero no contaron de que forma tan mezquina se habían apropiado de él. La nueva generación de Akons era apacible, pero pudo más su afán de supervivencia que su benevolencia.

Quedaban pues, los Dioses y Modianos pendientes de encontrar un hogar. Pasados unos días no tardaron en atisbar una gran nebulosa negruzca a la que se acercaron a investigar. Flotando en su interior había unos entes con los que Ocro y Ori deciden comunicarse. Éstos se identifican como los Noix. Su apariencia era tanto bella como terrorífica. Su rostro era hermoso, rodeado por un cabello negro largo y liso. Eran seres con cuerpo humanoide, perfecto en su anatomía. Desprendían un aura que embelesaba. Poseían unas grandes alas que salían de su espalda, alas negras cubiertas por plumas que suavemente plegaban y replegaban para mantenerse suspendidos  en aquella inmensa oscuridad. Sus ojos eran negros como la noche, sus orejas largas y puntiagudas. En su cabeza, en la parte frontal, tenían dos pequeños cuernos y otros dos en la parte posterior, gruesos y ondulados. Éstos últimos rasgos le conferían un aspecto siniestro y demoniaco. Sus cuerpos estaban cubiertos por prendas sedosas y mínimas, lo justo para cubrir sus partes pudientes. Tenían al igual que los Modianos, el don de permanecer siempre jóvenes hasta que les sobrevenía la muerte.

El líder de los Noix, contó a los Dioses que sus antepasados habían sido dos razas distintas. Estaban los seres con aspecto humanoide y alados y otros con aspecto también humanoide, sin alas, con puntiagudas orejas y con cuernos. En el pasado estas razas se habían apareado entre ellas, dando lugar a los Noix que tenían ante sus ojos. Les cuentan también que hace tiempo, esos entes, habían visitado un planeta azul muy lejano, en el que los seres de apariencia angelical habían sido venerados y los de apariencia demoniaca, temidos.

Los Noix decían tener curiosidad de conocer aquel mundo. A sus mentes habían sido transferidos muchos conocimientos de sus ancestros, pero no los mapas y rutas que llevaban a aquel planeta.

Los Dioses contemplaron a aquellos seres y su negruzca morada y no creyeron que fuese un buen lugar para quedarse. Sin embargo los Noix les pidieron encarecidamente que se quedasen con ellos. Añoraban a sus poderosos antepasados, fueron como dioses que guiaron a las anteriores razas y que les honraban y complacían con ofrendas y oraciones. Estos nuevos Noix se veían perdidos, sin motivaciones ni aspiraciones, carentes de estímulos en sus monótonas e insulsas vidas, sentían la necesidad de tener nuevos dioses, a los que estaban dispuestos a adorar y rendir culto. Por lo que, Ocro y Ori se vieron abrumados por tales deleites y aceptaron permanecer con ellos.

Los Modianos continuaban su viaje por aquel universo foráneo. Tras varios meses, divisaron desde sus naves unos colosales fragmentos suspendidos en el espacio. Su apariencia era rocosa y sus colores, una explosión que abarcaba la gama de amarillos a verdes. Verdes, que dejaban entrever una densa vegetación, que cubría gran parte de aquellas grandes masas flotantes. Los Mods amantes de la belleza, veían absortos aquella vasta flora. Algo desconocido para ellos hasta ese momento, por lo que, aquel festejo de formas y colores, embriagaba sus sentidos y les transmitían una confortable calma.

Así pues, les embargaba una gran satisfacción al ver que aquel enclave era perfecto para su asentamiento. Pero cuando daban por supuesto que aquellas rocas estaban deshabitadas, algo o alguien empezaba a asomarse de entre los matojos.

Por tanto, quedaban  pausibles y desconcertantes incógnitas. ¿Estaba realmente abandonada la estructura en la que se habían instalado los Orix y Dogos?, ¿No tendría ninguna consecuencia para los Akon haber exterminado a los Kornos?, ¿Volverían los Noix al planeta azul? y por último, ¿Quiénes o qué había en la inmensa vegetación de las masas rocosas flotantes?.








sábado, julio 28, 2012

EN LOS ALBORES DEL TIEMPO

AL OTRO LADO

Tras la destrucción de Oli, todo volvía a la normalidad en los distintos mundos, sus seres ya volvían a sus quehaceres cotidianos, ya la calma embargaba sus vidas, ya el tiempo transcurría viendo pasar en armonía las venideras generaciones. Ya quedaba lejana la incertidumbre de la ausencia de equilibrio en el universo Agia, ya nadie reparaba en la pérdida de Oli para la estabilidad del universo, parecía su falta no tener consecuencias.

Pero no era eso lo que preocupaba a los seres de Agia, sino más bien el hecho de que, los Orix, llevasen un tiempo sin salir de sus mundos. Es conocido por todos su afán de buscar conocimiento y que por eso viajan incansablemente, ahora no era así, no se veían sus naves desde hace mucho tiempo.

Elia, la líder de los Mods, enconmendó a Os, la misión de visitar los mundos Amantion y así averiguar que estaba aconteciendo. Pasaron pocos días Agianos hasta que éste y un grupo de cinco Modianos llegasen con su nave al mundo de los Orix más cercano.

Como cabía esperar la cordialidad de éstos no se hizo esperar, eran loables las atenciones que les prestaban. No había nada distinto en sus vidas que hiciese sospechar de ellos. Pero si bien es verdad que eran amables los allí presentes, en este caso los tres líderes de este mundo, los Modianos percibían que éstos estaban deseosos de que su visita fuese lo más célere posible, cierto es que evitan interactuar con otros seres lo estrictamente necesario y que su amabilidad era acorde con lo corta que esperaban que fuese la visita, pero aquello les sorprendió de igual modo.

Por lo que, los Modianos se despidieron, pero no sin antes de abandonar ese mundo, recorrerlo por completo por si encontraban algo extraño que no fuese de su agrado. A punto de finalizar el recorrido, divisaron a un grupo de Orix frente a una gran burbuja, acercaron su nave al lugar, para ver aquello más de cerca. Vieron que dentro de aquella inmensa burbuja transparente, había otras de menor tamaño en su interior, en cada una de ellas había unos seres similares a los Orix, tenían las mismas cabezas, solo que, sin los símbolos  Aix y un mismo cuerpo formado por millares de largos filamentos móviles.



Los Modianos no lograban comprender el objetivo de dicha creación. Os preguntó a los líderes Orix cual era el fin de aquellos seres. Uno de ellos les explico que su modo de perpetuarse era la clonación, pero que hacer copias de cada uno de ellos continuadamente, había desmejorado su especie y que si continuaban así abocarían a la extinción. De ahí, haber creado artificialmente, gracias a sus conocimientos adquiridos en varios años Agianos, seres Orix mejorados, seres más perfectos e inalterables en su condición genética.

Habían sido mejorados incluso para que no necesitasen naves para sus viajes, sino que, sus cabezas ahora estaban provistas de una especie de escafandras que les permitían de ese modo viajar por Agia sin necesidad de sus astronaves.Y pese a tener un cuerpo con millares de filamentos para desplazarse, veían efectivo adiestrar a Dogos para ser su modo de transporte, para ser así más sencillos sus viajes interestelares y además poder emplear si era necesario, sus mortíferas bocanadas de fuego como modo de defensa.

Os y los Modianos, quedaron abrumados con tantos cambios y avances, ahora era evidente y comprensible el motivo de su ocultamiento, los Orix habían estado centrados en el cometido de su supervivencia.

Pasaron varios días Agianos desde aquella visita, cuando se informa a Elia, de que varios de sus mundos estaban siendo atacados. Elia sorprendida, repara por unos segundos en como podía ser irrumpida de nuevo la paz que tanto les había logrado alcanzar. Seguidamente pregunta quien eran los causantes del ataque. Se
queda tan helada como sus mundos, al descubrir que los Orix en esta ocasión eran sus enemigos. Esos seres que recordaba apacibles y herméticos, solo pendientes de sus asuntos, eran ahora los causantes del conflicto.

A Os también sorprende la noticia, tan solo hace unos días que había comprobado por el mismo que no había nada que temer, que la cadena de producción de los nuevos Orix era de lo más normal, nada presaguiaba que aquellos seres pudiesen ser agresivos y despiadados.

Pronto salieron flotas de los mundos Acronion en busca de los Orix para poner fin a su cruel contienda. No tardaron en encontrar grupos de éstos a lomos de Dogos frente a sus mundos, sobre sus construcciones y abrasando edificios e indefensos Modianos que encontraban a su paso. Los Mods empezaron a dispararles el Acrax de sus naves, parte eran destruídos, otra parte eran más resistentes de lo que se esperaba, aunque pereciesen los Dogos, los Orix, ahí seguían suspendidos en el espacio, casi indemnes, preparados para seguir atacando.

Los Modianos pidieron explicaciones a los líderes Orix, su respuesta fue que algunos de ellos habían enloquecido por querer crear a seres lo más perfectos posibles, nunca llegaban a estar conformes con las mejoras y que parte de ellos eran los responsables de las cadenas de producción, por lo tanto, habían conferido a las mentes de esos nuevos Orix, ideas destructivas contra los Mods y no contra los Akon, solo veían como competencia a éstos, tras ellos eran lo más capaces e inteligentes del universo y los veían a su modo por tanto como una amenaza.

Los Orix explicaron que no podían controlarlos, de hecho los temían, los dejaban actuar a sus anchas por temor a que destruyesen a los que aún estaban en su sano juicio y ver truncado así el objetivo de su supervivencia.

Sin embargo ese dejaba de ser un problema, había otro mayor, todos empezaron a sentir como sus cuerpos tenían una sensación de presión que les oprimía el pecho. Una sensación extraña y desconcertante que no conseguían dar sentido y que con el paso de las horas iba en aumento.

Os se vió en la necesidad de contactar con los dioses todavía existentes, Ocro y Ori, para buscar respuestas. Lo que sucedía no tenía precedentes, el universo Agia se estaba comprimiendo.

Era la fatal consecuencia de tener que haber eliminado al dios Oli y que solo quedasen dos vigías en el ancho universo. Esa falta de equilibrio desde los tiempos de Karmia, estaba dando lugar a que Agia se fuese desquebrajando por momentos, era un final inevitable y astronómico.

Agia no se estaba fragmentando hacia el centro sino hacia sus confines, de ahí que ni Ocro ni Ori, se hubiesen percatado de la catástrofe que se avecinaba.

A todo esto, los Orix, seguían inmersos en la destrucción de los mundos de hielo, ajenos a todo. Los demás se preparaban para otro final. Se despedían de sus congéneres, amistades, amantes..a la vez que suplicaban a los dioses que fuese un final rápido e indoloro.

Los mundos más próximos a los confines del universo, extendieron la información de que había una apertura que parecía conducir a otro lugar y siendo los confines de Agia, sabían que no era el paso a otras realidades sino a algo que desconocían, cruzar esa grieta era una medida desesperada pero la única salida literal a sus problemas.

Por lo que, todos los seres de Agia, excepto los corruptos Orix de la nueva generación y Dogos aliados, partieron rumbo al otro lado de la fisura. Así dejaban atrás a esos seres con su justo castigo, ser desintegrados en un universo al borde del colapso.



Lo que ellos vieron al otro lado, no solo les sorprendió sino que alentó sus corazones, un nuevo universo se abría ante sus atónitos ojos, nuevos mundos desconocidos con posibles nuevos seres que los morasen, se abrían nuevas posibiliades, una nueva vida se les habría paso.












sábado, junio 30, 2012

EN LOS ALBORES DEL TIEMPO

               DEIDAD


El origen de Agia, Karmia, también originó a los dioses.

Recordaréis que eran tres hermanos, tres colosos de material rocoso, tres gigantes con aspecto de niño, que habitaban un mundo inacabado en el centro de Agia. Una porción de mundo malogrado y que irradiaba luz en un radio muy amplio, así se lo encontraron Ocro, Ori y Oli. Éstos pudieron calcular que era el centro del universo, por lo que creyeron, era el lugar idóneo para asentar su vigía. Siendo su atalaya un inmenso trono, uno para cada uno de ellos, escarbado con sus propias manos en la roca viva.



Ocro, el dios de los Orix y Ori, el dios de los Mods, estaban muy recelosos con su hermano Oli, el dios de los Akon, por haber creado a seres tan agresivos en varias realidades de Agia. Las tensiones con él eran continuas, en el fondo le temían, puesto que, siendo un dios que había creado seres de esa calaña, como no iba el a albergar maldad en su interior.

Llegó un día que un estruendo paralizó por unos segundos la vida de los seres de Agia, fue para ellos como si se desquebrajase el mismo universo. Nadie podía comprender su etiología, nadie lograba atisvar cual podría ser el motivo de aquel grotesco ruído ensordecedor.

Elia, la líder de los mundos Mods, no tardó en ordenar el envío de sus mejores hombres para que fuesen en una nave a investigar. Os estaba entre ellos, no podía ser de otro modo, pues era el más aventajado discípulo del séquito, que en su dia reclutó ella misma.

Todos los mundos en realidad, habían enviado alguna de sus naves a explorar los confines de Agia. Aguardaban impacientes todos los habitantes de cada mundo la llegada de noticias esclarecedoras. Incluídos los Orix, siempre tan ajenos a todo lo que acontecía, centrados única y exclusivamente, en saciar su sed de sapiencia. Pero en esta ocasión tan descomunal sobresalto, hizo que se uniesen a la búsqueda de respuestas. De hecho, tal afluencia de astronaves, hizo que muchas razas se aunasen en compartir la información que tenían y algunas de paso, en limar antiguas asperezas por un bien común.

Pero pasaba el tiempo y en todas las realidades de Agia, no conseguían resolver el enigma, no había señales de lo que había podido suceder días atrás.

El único Os de una de las realidades de Agia capaz de ponerse en contacto con los dioses, podía tener  conexión telepática con ellos. Sin mediar palabra, fue a una estancia vacía de la casa de Elia y se dispuso a establecer comunicación con las deidades.

Ocro y Ori, no tardaron en responder a su pregunta de que había sucedido. Oli, su hermano, había enloquecido y en un arrebato de ira, había destruído el lugar que moraban. Os no daba crédito, un dios estaba descontrolado, poniendo en peligro todo el universo.

Ocro y Ori, se hallaban flotando en la nada, rodeados de pedazos de su antiguo hogar. No sabían del paradero de Oli, había huído tras su mezquina acción.

Os tras la comunicación, cayó en un sueño profundo, como ya antaño había sucedido, él y su valiosa información. Elia lo encontró al cabo de unos días y supuso que aquello solo podía deberse a que se hubiese puesto en contacto con los dioses. Mientras, muchos mundos se vieron sorprendidos y desolados, en manos de un dios enfuerecido que campaba a sus anchas.

Pasaron los días y de nuevo se escucharon en varias realidades, tremebundos estruendos, tras desconcertantes temblores. El pánico se apoderaba de ellos, viendo sus vidas paralizadas por unos instantes. Pero pasaban los días y muchos seres no eran conocedores del origen de aquel desastre, su incertidumbre era tan enorme como inquietante.

Elia se dirigió a la sala en la que Os seguía en su letargo, cogió su mano y casualmente en ese momento despertó. Elia le pidió encarecidamente que fuese célere en aportar la información que tenía,  más que nunca, era de vital importancia. Cuando Os contó lo que sucedía, ésta se quedó con el rostro desencajado, temblorosa y casi sin poder articular palabra. Pero su madera de líder, le hizo reponerse en breve, pues era más urgente, atender a la prevalencia del universo que a su propio miedo. Por lo que, no se demoró en pasar esta información a todos los mundos por ella conocidos y enviando flotas de rastreo para buscar a Oli.

En otro orden de cosas, los Akon y los Mods, desconocían de que modo habían descubierto los Orix, que las nebulosas arco iris eran portales a otras realidades, pero el hecho, es que eran de gran ayuda para recorrer grandes distancias en poco tiempo. Y el tiempo en esta ocasión, jugaba un factor muy decisivo.

En sus viajes, tanto los Orix, como los Akon, como los Mods, vieron desde sus naves, una estela de destrucción, en muchos de los mundos que dejaban a su paso. Su frustración y por que no decirlo, su miedo, eran palpables. Veían también con tristeza, como Oli había descargado su ira indiscriminadamente con seres inocentes. Incluídos los mundos Aforion creados por él y sus hijos Akon que los moraban.

La cuestión ahora era encontrarlo y muy importante, destruírlo, pues era una seria amenaza. No cabía en sus mentes pensar como sería posible tal hazaña. Ya que, que Ocro y Ori matasen a su hermano, no era una opción, pues se veían incapaces de inquebrantar su juramento con el universo de no romper nunca la triple vigía.

Los representantes de todos los mundos creían necesaria su aniquilación, aún desconociendo las consecuencias. Pero..¿ Cómo matar a un dios ?, ¿ Cómo afrontar tal osadía ?.

Llegaron un día tales respuestas. Un habitante Orix, se puso en contacto telepático con Os y le comunicó, que la luz que contenían los prismas que orbitan sus planetas serían suficientes para cegar a Oli y que los Dogos, seres que habitaban en las llamas de los mundos Aforion, serían suficiente para destruírlo.

Los Dogos, son demonios similares a dragones, pero carentes de alas. Se desplazan por las llamas como si fuesen serpientes. Tienen el cuerpo acorazado, dos largos y puntiagudos cuernos en espiral en su cabeza y una gran boca, capaz de absorber y expulsar grandes cantidades de fuego. Los crearon los dioses, antes de crear las distintas razas, son por tanto, después de éstos, los seres más antiguos de Agia.

Tan incansable búsqueda de Oli, dió sus frutos. Había sido localizado en un sector del universo, al que Os y un ejército de Dogos, se dirigían.Tras Os recopilar en su nave varios prismas de luz y tras la misma, le seguía un grupo de Dogos, dispuestos a hacer lo necesario para salvaguardar su supervivencia.

Llegaron al punto exacto donde se encontraba Oli, muy afanado en destruír un mundo Amantion, éste se giró dispuesto a escupirles rocas que salían por su boca, del interior de su cuerpo. Antes de llegar a ellos tales impactos, Os lanzó por medio de telequinesia, sucesivos prismas de luz a gran velocidad, luz que no tardó en cegar a Oli. Pero éste seguía escupiendo rocas y una de ellas alcanzó a un Dogo, los demás, presos de la furia ante tal pérdida, lanzaron bocanadas de fuego de una magnitud inconmensurable, incluso ante los ojos de los Akon, ya que moraban en sus mundos, pero nunca habían sido testigos de tales capacidades.



 Así al fin, siendo Oli incapaz de contrarestar su ataque, se vió reducido a cenizas, cenizas que se esparcieron en un radio muy amplio, como la estela que deja el mismo mal.

La noticia llegó a todos los confines de Agia, incluídos Ocro y Ori, éstos apenados por la noticia de la pérdida de su hermano, pero a la vez aliviados de algún modo, conscientes de ese hecho necesario. No se sabían las consecuencias, pero por primera vez, Agia se veía vulnerada en su equilibrio, ya que nunca antes, se había velado por su paz con dos dioses. Esta vez cabía esperar ver como se desarrollaban los aconteciemientos en un univeso con la vigía de solo dos deidades y quebrantando lo que había dictado el mismo universo.